La usabilidad es la métrica de la facilidad de uso de un sistema u objeto.
No importa el campo donde la valoremos, simplemente es imprescindible. Veamos un ejemplo sencillo como una sartén. Estás incorporan un mango, de plástico duro o material similar, que las hacen usables; nadie se plantea cogerla del fuego directamente porque entonces la persona se quemaría y la experiencia de usuario sería nefasta.
La usabilidad está presente en todos los sistemas que nos rodea y la web no es una excepción. Al usuario se le debe proporciona una cómoda experiencia con una gran usabilidad. Ésta o su ausencia no debe ser una causa de abandono de la web. Si tenemos una tienda online no queremos perder un cliente porque nuestra web tarda excesivamente en cargar, situación análoga a que la puerta de un comercio estuviese atrancada y no pudiera entrar; el cliente se marchará a la competencia. No importa si tenemos una tienda online, un blog personal, o una galería de fotos; si la web no es usable no entrarán.
En la usabilidad participan diferentes factores como la facilidad de aprendizaje, la facilidad de uso, la frecuencia y gravedad de errores, y la satisfacción subjetiva.
La sencillez es amiga de la usabilidad, si realizar una acción conlleva muchos pasos el usuario posiblemente desista en su intento. Por eso actualmente muchas web usan la identificación a través de Facebook, Twitter u otra red social; porque el usuario se ahorra el registro en una web, si además tiene sus sesión abierta en el navegador solo tendrá que pinchar una única vez en dicha web.
La información más importante debe ser la más visible: un periódico digital muestra más como más relevante las noticias, en cambio una firma de abogados prefiera mostrar con facilidad sus datos de contacto.
El tiempo es oro, las personas no están dispuestas a perder una mañana para consultar una única página, y si una web tarda mucho en carga la tasa de abandono será directamente proporcional al tiempo de acceso.